Un hombre había perdido su hacha. Sospechó que se la habría robado el hijo de su vecino. Lo observó atentamente. El muchacho caminaba como un ladrón, tenia aspecto de ladrón y hablaba como ladrón. Al cabo de unos días, el hombre encontró su hacha en el monte, mientras cortaba leña.
Al día siguiente, cuando vio al hijo de su vecino, el muchacho caminaba, hablaba, y tenía un aspecto normal.
¿Acaso no nos comportamos todos a veces como el hombre que perdió el hacha?
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